ODS 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Meta 2.4.: De aquí a 2030 asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad de la tierra y el suelo.
Por otra parte, la Meta 2.3. plantea la necesidad de potenciar la producción agrícola a pequeña escala.
El sector primario está íntimamente ligado al medio natural por lo que las afecciones del cambio climático tienen una incidencia inmediata y de gran repercusión sobre él. Las medidas de adaptación ante los distintos riesgos son fundamentales, así como la eficiencia de los regadíos, la diversidad de cultivos y razas ganaderas (identificando las más resilientes)…
En cuanto a la mitigación, el sector agrario es el segundo en cuanto a emisiones difusas (emisiones no localizadas «no salen por una chimenea»), tanto por el uso de combustibles fósiles, el uso de fertilizantes, o la gestión de suelos, en el caso de la agricultura, y la fermentación entérica o la gestión de estiércoles en el caso de la ganadería.
Por otra parte, se da la circunstancia de que el sector actúa como sumidero de CO2 por la capacidad de suelos y cultivos leñosos de captarlos.