Crisis antropogénica

Crisis climática: crisis antropogénica

Crisis climática

El cambio climático es un conjunto de alteraciones climáticas, significativas y duraderas, en relación con los patrones estadísticos del clima que se vienen observando desde hace muchos años. Hay lugares que conservan datos desde hace más de un siglo; otros han comenzado más recientemente. Por eso no es siempre sencillo hablar de cambios climáticos a nivel global; resulta más fácil precisar alteraciones climáticas locales.

No obstante, en la actualidad el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando, lo que nos sitúa ante una verdadera crisis climática.

Los cambios climáticos pueden deberse a causas puramente naturales. Alteraciones en la luminosidad solar, variaciones en la órbita terrestre o fenómenos como erupciones volcánicas tienen su influencia; de hecho, se conocen amplios períodos históricos con climas más fríos y otros más cálidos, sin que pueda achacarse su existencia a la intervención humana.

Crisis antropogénica

Otros cambios, sin embargo, son consecuencia directa de la actividad de las personas; se denominan cambios ‘antrópicos’ o ‘antropogénicos’. Pueden tener lugar por la emisión de GEI, por la deforestación acelerada de extensas superficies boscosas o por otros fenómenos. En el fondo, lo que las personas consiguen con sus diversas actividades es acelerar procesos destinados a suceder en la naturaleza en mucho tiempo, de modo que tienen lugar de manera inmediata.

Es inequívoco que la actividad humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre. (IPCC, AR6, 9/8/2021).

El 9 de agosto de 2021 se presentó el informe del Grupo 1 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para el 6º informe (AR6) que se completará en los próximos meses con los informes del resto de grupos.

Como evolución de los informes anteriores, la primera conclusión es verdaderamente contundente. «Es inequívoco que la actividad humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre«.

El aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha sido, inequívocamente, causado por la actividad humana. La concentración de estos gases sigue en aumento desde 2011. La emisión de esos gases ha sido el principal impulsor del calentamiento global. Este factor, por sí solo, ha contribuido al calentamiento global entre uno y dos grados.

Cada una de las últimas cuatro décadas ha sido más cálida que cualquier década anterior desde 1850. En los últimos 20 años, la temperatura global de la superficie ha sido casi un grado más alta que entre 1850 y 1900. En total, se estima que la temperatura media en el planeta ha aumentado hasta 1,2 grados centígrados respecto a la era preindustrial.

La influencia humana es la principal responsable del retroceso global de los glaciares, la disminución del hielo ártico y del deshielo de Groenlandia de las últimas décadas. También se relaciona, inequívocamente, el impacto de la actividad humana con el calentamiento de la capa superior de los océanos, la acidificación de las aguas y el aumento del nivel del mar.

La emisión de gases de efectos invernadero es la principal causa del cambio climático, pero también hay otros factores como la deforestación, provocada la mayor parte de las veces para destinar el suelo forestal a otra actividad, como la agricultura intensiva y la ganadería. También puede producirse por otras causas como incendios.

Con la pérdida de bosques desaparecen sumideros naturales de CO2 que absorben dicho gas y devuelven oxígeno a la atmósfera.

Aprende más sobre el efecto invernadero y los GEI

Se trata de un fenómeno sencillo de explicar: la superficie terrestre recibe la luz solar; parte de ella la absorbe nuestro planeta y otra parte la devuelve de nuevo a la atmósfera en forma de calor. Una parte de este calor que regresa a la atmósfera atraviesa la capa de gases y se pierde en el espacio, pero el resto se refleja en la atmósfera y regresa a la tierra, con lo que se van calentando las aguas superficiales y el aire más en contacto con la superficie terrestre. Se denomina efecto «invernadero» porque la atmósfera actúa como los plásticos traslúcidos de los invernaderos, que dejan pasar la luz, pero retienen el calor.

El efecto invernadero es un proceso natural indispensable para que en nuestro planeta pueda desarrollarse la vida. Así, sin ese calor del Sol retenido por la atmósfera, se ha calculado que la temperatura media en la superficie de la Tierra sería de unos 18 °C bajo cero; en tales condiciones la vida lo tendría mucho más complicado para existir. Gracias al efecto invernadero esta dificultad se corrige y la Tierra muestra unas condiciones favorables para albergar vida.

El problema actual es que la intervención del hombre ha intensificado la retención de calor y, con ello, el calentamiento del planeta, rompiendo así un equilibrio favorable al desarrollo de la vida, que se está volviendo en contra de ella.

Lo más importante de este fenómeno, en lo que a nuestra problemática respecta, es saber que la parte de calor devuelta a la superficie terrestre depende de los llamados gases «de efecto invernadero» (GEI): si estos son abundantes en la atmósfera, habrá mucho calor que vuelve a la tierra; si en la atmósfera hay pocos gases de este tipo, el calor se perderá en el espacio. Así que cuantos más GEI haya en la atmósfera, más calor quedará retenido en la superficie terrestre. Los principales GEI son: dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O), metano (CH4), ozono (O3), clorofluorcarbono (CFC), pentafluorocarbono (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6); los tres últimos son artificiales, es decir, fabricados por el hombre. Los GEI proceden de actividades humanas como la agricultura, la ganadería, la producción de energía y la industria. El problema de los GEI es que no se quedan en su lugar de emisión, sino que se elevan hasta cotas superiores de la atmósfera donde se desplazan por todo el planeta.